TRANSITANDO

2 dic 2019

Sensaciones

Es esperable que pueda caracterizarme otra vez. O que lo haga con aquel espantapájaros, perdido detrás de un tronco de infinitas luces. La paranoia no oculta esas brisas de ingenio que mueven los costados de los brazos de paja. ¿Hay que esperar la segunda saga?

Nadie podría desentrañar el misterio que nubla la mente, dentro de esa densidad palpable por otros seres que corren por colinas lejanas y nunca cesarán en su interminable acoso. Pegados a tu dorso, no se mueven como una sombra, sino en reflejos perennes e inabarcables. Mis pinturas no tienen lienzo, ni mis figuras contorno; algún tipo de universo se vislumbra, asomando por medio de las paredes que rodean a los tiempos. Big bang sin estruendo, inicio de otro final, los ladrillos de aquellas paredes están hechos de milésimas de esencia que confluyen en oscuridad. Uno creería que los destellos serían de color, claros, intensos: creo que nadie pudo verificarlo, por lo que la distancia entre blanco y negro sería un eclipse.

La raíz del disfraz no conoce árbol, ni genialidad. Es una especie de actor antes de morir en escena, donde se cree que el papel es de otro, y las desgracias son propias. Un sombrero sin copa, un uniforme desgarrado, botas de verano. ¿Para qué sirve ser otro? Siempre tiene más suerte, es menos predecible, es más alto y toma té. En cada viaje, sin boleto ni internet, uno busca el destino como forma de transitar el comienzo y disfrutar las conclusiones, aunque se sospecha que no sería habitualmente así. Tenemos inexplicables retiros, excusas múltiples, sabores de otro tipo, compañías opacas, y finales terminantes.

Sube el telón, rápido, todos quietos, luego poca acción. No era esto lo que quería tratar, pero como el show debía continuar, se metió de prepo en este relato. Clausuren las puertas de sus sensaciones, hagan otra catarsis y muevan sus pensamientos a ese nuevo atuendo, o a uno repetido del que nos quedó algo, para poder comprender que no se puede manipular el impulso superior de usar un alter ego.   

12 ago 2019

Otro país - MUERTE

Sensaciones. Casi inerte, espectador de una desilusión. Parte, pero no dado, ya que la irracionalidad puede aventajar al relámpago, años luz de vértigo. Sentimientos huecos y vacíos incomprensibles, círculos de incredulidad y posiciones desencontradas; la esperanza mueve las mentes como ese carrusel de fuego, donde solo las cenizas explican al espectro. Es lo que quedó, finalmente.

Siluetas difusas marcan un poderoso devenir, sin fe ni alma, porque todo cayó en aquel largo e interminable abismo, desde donde las criaturas no quieren regresar, y los hombres no pueden olvidar. Narrado y elaborado en tintas entrañables, la poesía es inabarcable para tanta necedad. Granito y diamante bruto, solo la belleza reflejará en este mar de promesas invisibles, en terrible choque de patrias sin heridos de uniforme, quedando aquel eterno desgaste armónico sin prisa ni pausa. Como si la muerte pudiera salvar los halos de cada individuo afectado, el inmigrante soñador también deja caer sus pétalos en cada escape, en cada peldaño cuesta abajo. Claro, el ombú nos mira desde su inmensidad sin entender porqué se huye, perplejo y atónito, pero consciente en su envidia sobre la supuesta libertad de elegir un derrotero, mirando sus raíces clavadas en el fango.

Que el último cierre la puerta parecen gritar los que sostienen la puerta, pero después vuelven a entrar. Quizá ninguna comprensión llega hasta los tesoros ocultos, hacia esas reliquias de polvo, que solo avisoran los que viven de la fuga. Son muchos, están entre todos, se ocultan a la vista, mimetizados en abanicos de colores de arco iris; hace varios tiempos que intentan lograr el éxtasis de la singularidad, del éxito grupal, de no tener otro relator y de ponderar todas las limitaciones. Cada etapa impensada mueve casilleros inimaginables, en la búsqueda de algo que al lograrse, se desvanecerá por peso propio y volverá al inicio, ya que esta idea redonda siempre se alimentará de la diversidad. 

25 may 2019

Sabiduría

Como en esas películas que ocurren a máxima velocidad... Saber ver no puede significar haber mirado, porque del reflejo oculto del primer impacto quedará en el tiempo una estela efímera. Huecos en la vida, llenos de miel que no puede contenerse. No tiene envase.

Entender y comprender el significado de un destello no condiciona el resultado: más bien lo eterniza en una densidad aparente, sin calificativos, que se vuelca ante el devenir de constantes efluvios. Lenta marcha épica, salpicada de saturación por miles de relámpagos fluorescentes, que primero indicaron una definición, pero no es definitivo. Seguirá cambiando cada vez que lo recuerde nuestro subconsciente, porque de eso se trataría la presencia en un espacio. Acumular experiencias, de todos los colores, con sabor ámbar. de un niño no fortalecido ni dejado, pero potenciado en un sinnúmero circular de eventos concurrentes y efusivos. ¿Quién fija las razones de los comportamientos? No, no, no es así. No somos para entender. Seríamos para estar, o ser, iluminados y enceguecidos. Todos los brotes germinarán cuando sus raíces perpetúen el vicio del líquido esencial que, valga esto, brote de sí mismo.

El celuloide muestra en algunas ocasiones las manchas perennes de esas cortezas olvidadas, como una aguja incrustada en un cristal vacío, partiendo hacia horizontes sin inicio que se difuminan en un arco iris blanco y negro. Llegar a saber no tiene un color, no voy a intentar convencer. La fricción de los mazazos ante un bloque perpetúan imágenes que la mente ideará como propias, porque escucha el sonido, porque decodifica una razón, porque no se queda con las astillas del tallado. Habría muchísimas formas de calcificar esas emociones, pero cada una de ellas no tendrá final.

Esto lo relata un viejo, o un primer adulto, o aquel joven que nació. Puede ser también mujer, árbol, canto rodado, delfín, helio. Todos llevan experiencias y traumas sin cicatrizar, sin resolver, sin sentir que internalizándolos podrán cambiar un estado inocuo. Ninguno podrá resolver el enigma de una parte, y tampoco todos. Seguirán intentando, analizarán, responderán a variadas sinrazones, buscarán en el arcón de las memorias que fragilizan sus intentos de descubrir el más ínfimo de los enigmas. Como se dice por ahí, esto será harina de otro costal.   

20 dic 2017

Otro país - VIDA

Cansancio, hartazgo, desazón... Se pueden enumerar pero no soportar. Hay muchas formas de caminar la  vida, de seguirla, de acompañarla, de terminarla. Parece una oda más al fin, pero no hay que entrar en ese juego: es obvio, y está repleto de palabras que sobran.

Se puede hablar de un tema general, en cualquier parte, en lugares prohibidos donde ese anonimato llamado ( ) lo haga posible, pero cuando puede involucrar a todo ser, y deviene multiuniversal, tiene más fundamento porque nadie está exento, y por suerte siempre habrá tantas opiniones y decisiones como mentes.

El dolor define algunas veces, el sueño hace olvidar de a ratos, la cotidianeidad abraza un fuego que estremece, los objetivos rara vez se logran o turnan naturalmente en otros, el entorno ayuda complicando, lo cercano se resume en una mesa familiar con tantos móviles como integrantes, escuchar y dar la espalda, abrirse con candado, ser un fracaso de moda, nacer y morir todos los días en todos los modos.

SILENCIO

                   PENSAMIENTO

                                                RARO

Rara vez se acepta lo raro. La vida no está definida para dividirse en normal y raro y alguna tercera opción. Porque se cruzan y mezclan, y se ven desde muchas orillas sin mar, con muchos tipos de lentes, desde varias alturas, con diferentes ojos.

Sigamos por la senda invisible que cada uno quiera ver, o proyectar. No pongamos expectativas, no publiquemos nuestros artilugios, no sepamos fingir, porque las hienas (figurado) no sienten y no importamos. El sonido es otra trampa en la que todos caemos, porque escuchamos ruidos, melodías, palabras vacías, contenidos fuertes, pero lo raro es que también todos oímos lo que nos parece.

Es difícil ser original en estos temas, pero lo dejo. Las horas pasaran, y están pasando, y el vacío se llena de sombras y fantasmas: se seguirá viendo y oyendo nada en un todo. Qué paradoja puede resumir las sensaciones no encontradas en una metáfora sin tiempo. La información surge evidente, los enfrentamientos complican gradualmente, las políticas shockean, las masas se amoldan a algo inerte, irse. 




29 mar 2016

Sombras blancas

Ja Ja Ja !!!

El odio permanece centrado en todo su esplendor. Aquellos mástiles ennegrecen el mar de similitudes, como esa furtiva raza de seres anónimos que quieren ser nombrados. ¿Habría que hacerlo de cualquier modo? ¿Acaso la nubosidad no provocaría que fuesen hacia algo gris?

Del otro lado, los piratas se emborrachan de sal cuando el día no permite mas licencias de color. Unos van hacia la parte más profunda, y quizá lo vean, pero eso se mantendrá alerta por centurias y nada podría conmoverlo. Desdichados y amargados, se empiezan a descolorar, no ya por el ocaso inminente, sino por una tupida manifestación de luces enceguecedoras. Sí, han arribado, y todo lo que ven las damiselas de la costa es un pañuelo gigante, inerte en sus últimos topes, pero con centenares de ojos sin caridad.

Ahora no habrá risas, porque lo profundo pudo trascender la nostalgia de tomas pasadas, y avanzar como una tempestad de aureolas mágicas, salpicando los bordes del abismo y adentrándose en la jungla de alcohol. Hay más gente, sí, pero las miradas son transversales, y no reparan en pasatiempos efímeros. No, esas puntas de alaridos no se rendirán ante una perspectiva de nuevos horizontes.

Oye, ¿no son los mismos de la última vez?

Claro que podrían haber venido por otros cadáveres. Porque se cree que no hay nada más allá de los extremos. ¿Qué sería peor? Las mentes no entendieron que esta no era una escala adicional, y nunca supieron adonde subió ese pasajero invitado, ese trozo de un pasado que se renueva en similares formas, ya que para estos detalles sí encontraremos extremos rígidos. No provoquen la cólera de lo invisible, de lo que puede deslizarse a su antojo sin razón, sin límite y sin piedad. Tampoco es la falta de valor el bálsamo de una respuesta apurada, o la inercia de la fatalidad. El dado cayó de punta, y hay que decidir volver a tirar, porque sus puntos buscan justicia ó víctimas.

No por casualidad, los colores del dado marcaron una trasnoche distinta, que nadie esperaba en estas tierras heladas.